2019_Occitania, 777Km
febrero 24, 2019
Y aquí estamos, yo otra vez, en esta ciudad medieval fortificada que forma parte del Patrimonio de la Humanidad: Carcassonne. Esta vez regreso en Harley, sin el Chapter pero en buena compañía y con un plan distinto que los anteriores.
Sábado 23 de febrero
Salimos de Garraf sobre las 9:30h y sin nada que comentar del trayecto, llegamos a destino sobre las 12:30h, check-in en el hotel que por cierto tiene una decoración medieval pero moderna, en la habitación un doble USB en lugar de un enchufe convencional, mola. Desy aparcada, empezamos la visita en dirección al pueblo, cruzamos el rio Aude por el Puente Nuevo donde podemos apreciar las vista del Puente Viejo y «La Cité», la ciudad amurallada al fondo.
Seguimos caminando hacia el centro, pasamos por delante del hotel que estuvimos con el Chapter hasta llegar a la plaza General de Gaulle donde está ubicada una «brasserie» recomendada por la chica de la recepción del hotel. Antes de entrar miro TripAdvisor y al ver que la puntuación no es de las mejores decidimos regresar sobre nuestros pasos y meternos en otra mucho mejor puntuada.
Una vez sentados decidimos comer algo «ligero» el plato típico de la zona, la «Casoulet», se trata de una cazuela de barro con alubias blancas, cerdo, salchicha y magret de pato. El plato ha tardado un poco pero ha valido la pena, estaba riquísimo, el único problema es que llena bastante, una vez acabada, Mon no ha podido, nos tomamos dos cafés y nos ponemos de nuevo en marcha.
Nos damos un paseo por la ciudad baja, tenía apuntadas dos visitas, la Iglesia de San Vicente, la cual encontramos empaquetada y cerrada por reformas y la Catedral de San Miguel, esta si que la podemos ver por fuera y por dentro, tampoco es nada del otro mundo.
Ahora nos queda el tiempo suficiente para regresar al otro lado del rio pasando por el Puente Viejo y llegar a la Puerta Narbornaise, entrada principal de la Ciudad Medieval y punto de encuentro con el guía contratado con anterioridad, nos esperan dos horas de visita con él.
Bueno, que decir, un guía ni fu ni fa, mucha historia, algo de arquitectura, evidente por cierto, me refiero a las diferentes capas de las murallas y algo más de conocimiento de los Cátaros, a destacar un dato para mi desconocido hasta el momento, esta región ha sido el destino de la primera y única cruzada realizada en Europa por un Papa con la consecuente masacre que conllevó, en fin…
Las orígenes de este pueblo remontan al período romano los cuales decidieron ampliar una fortificación existente dandole el nombre de Iulia Carcasso. Tras el período romano llegaron los visigodos que la ocuparon y a su vez volvieron a ampliar su fortificación. Luego llegaron los árabes pero estuvieron un período relativamente breve hasta que los francos los expulsaron y, cómo no, la volvieron a ampliar. Todas estas etapas de construcciones como he dicho antes, se hacen evidentes mirando las murallas, épocas distintas, cortes de las piedras diferentes, torres cuyas formas no tienen ninguna relación.
Cuando finalmente se firmó el Tratado de los Pirineos la ciudad perdió su importancia estratégica y las fortificaciones se abandonaron hasta dejarlas en condiciones de total abandono. A mediados del siglo diecinueve un arquitecto francés se ocupó de toda la restauración de la ciudad pero fue muy criticado por no seguir exactamente el diseño original.
Antes de irnos al hotel compramos un imán, un parche y pasamos por la tienda de las trufas, Mon la había visto con anterioridad y quería llevarse unos recuerdos culinarios.
Un breve descanso y regresamos para irnos a cenar en la zona recomendada.
Las vistas de las murallas iluminadas de noche son muy bonitas, la temperatura ha bajado pero no hace frío, también es cierto que ahora vamos abrigados, el restaurante Adelaïde está lleno, entramos a preguntar y nos dicen que hay una espera de treinta minutos, nos apuntan y aprovechamos este tiempo para efectuar una sesión fotográfica nocturna. Finalmente entramos y nos sentamos. Las paredes están pintadas de naranja, las mesas son pequeñas de color negro y los manteles de papel a rajas rojas, naranjas, amarillas y verde pistacho, chula la combinación.
Mon todavía tiene la «casoulet» allí así que decide pedir solamente un plato, yo como de costumbre hago el doblete, una botella de vino cae, a nuestro lado una pareja de personas mayores celebran el cumple de ella, lástima no poder hablar con fluidez, son muy simpáticos.
Cena ok, nos retiramos.
Domingo 24 de febrero
Con buen criterio me levanto a las 7:00h y media hora más tarde llamo a Mon, arrancamos la Harley a las 9:00h después de un desayuno regular y salimos de Carcassonne en dirección a la Montaña Negra, más concretamente al pueblo de Lastours. El sol está pero la temperatura es baja, en moto hace un poco de frío, menos mal que vamos despacio por carreteras secundarias. A la entrada del pueblo pasamos una concentración de motos aparcadas al lado de la carretera, saludo de rigor, seguimos y en seguida se acaban las casas, sigo hasta un punto donde puedo dar la vuelta, paro, miro la montaña y mira por donde desde este punto se ven tres restos de los cuatro castillos. Mientras yo hago fotos a Desy y a los restos de las construcciones, Mon hace lo suyo y me saca a mi haciéndolas.
Regresamos al pueblo y nos metemos en una carretera que sube a un camping donde desde allí hay un camino que lleva a un mirador. No sin dificultades para maniobrar a Desy la abandono delante de la entrada del camping que se encuentra cerrado, dejo el casco, los guantes, las gafas en el asiento y sin cerrarla me voy detrás de Mon que se ha adelantado. En poco más de un minuto llegamos al mirador, fantástica vista desde aquí, ha sido el guía de ayer que nos lo dijo y ha sido un acierto, fotos y de nuevo en marcha.
El trayecto hasta nuestra segunda parada pasa por carretaras secundarias, pequeños pueblos, a veces hileras de árboles a ambos lados, muy poco tráfico, finalmente llegamos a nuestro destino, el pueblo de Minerve donde habían canteras en las cuales extraían mármol rojo típico de la zona, aparcamos y nos damos un largo paseo, todo está cerrado, incluida la abadía románica, a su lado hay un bloque de piedra taladrado con forma de paloma, el ave de la paz de los cátaros. Nos cruzamos con algún que otro turista. Finalmente encontramos un bar abierto con terraza donde nos tomamos un café antes de ponernos de nuevo en marcha.
El depósto empieza a vaciarse pero aún no hemos entrado en reserva, finalmente encontramos un distribuidor automático, paramos pero no acepta ni efectivo ni VISA, un poco más adelante tenemos más suerte, llenamos. Llegamos a nuestro tercer y último destino, Lagrasse, otro pueblo medieval con una abadía que mira por donde, también está empaquetada y en reforma.
Al entrar por la avenida principal nos encontramos muchas motos de todo tipo aparcadas, hacemos lo mismo. Buscamos un sitio para comer, tras la negativa del primero, dicen que la cocina ya está cerrada, no son todavía las 2:00h seguimos y en el siguiente nos hacen esperar unos quince minutos, finalmente nos sentamos, la sorpresa viene cuando en la carta solamente hay ensaladas, lasañas y quesos, nos vamos. Ahora si que es tarde, en el siguiente nos dicen que no y al regresar por el otro lado de la calle encontramos un restaurante vinoteca, el «le 1900» (http://www.1900-lagrasse.com/le-1900) entramos sin convencimiento y por nuestra sorpresa nos dicen que adelante, wow!!! Comida excelente, visita al pueblo y en marcha, hay que regresar antes de que se haga de noche.
El retorno sin novedades hasta encontrar varios quilómetros de caravana por culpa de un accidente antes de llegar a La Roca, por suerte con la moto el problema es menor, llegamos a Garraf sobre las 19:30h. Bonito finde.