Hoy no visitamos ningún lugar bonito, ni una iglesia, ni un edificio, ni un museo, hoy conoceremos desde dentro, una parte de la historia contemporánea de Barcelona que para mi es completamente desconocida, el lugar se denomina el «refugi 307» (http://museuhistoria.bcn.cat/ca/node/15).

Los primeros bombardeos sobre la ciudad pusieron en marcha lo que se denomina la defensa pasiva, promovida en primer lugar por el Gobern català y el ayuntamiento y, posteriormente, por el esfuerzo colectivo de la población civil. Durante la guerra civil española se construyeron más de mil refugios repartidos por toda la ciudad, la mayoría de ellos han sido destruidos debido a la reconstrucción de edificios o aparcamientos.

El refugio que visitamos hoy es algo distinto del resto por su ubicación: la montaña de Montjuic tocando el barrio del Poble Sec y también porqué no se construyó bajo tierra si no dentro de la propia montaña. La longitud es de aproximadamente unos 400m, los túneles tienen el techo redondeado cuya altura es de unos 2m y 1,6m de anchura, muy grande si lo comparamos con el resto.

Se calcula que cabían unas dos mil personas y la construcción se debe al esfuerzo diario de la gente del barrio que lo construyó sin parar durante mas de dos años, tiene tres entradas, una de ella tapada y está compuesto por diferentes instancias cómo unos lavabos, una fuente, una enfermería, una sala para niños y hasta una chimenea.

En la actualidad ha sido reformado para poder enseñar al público en general lo que fue la guerra y sus consecuencias. Lo que sí me parece bastante raro es que somos un grupo numeroso, unas 25 personas incluido un par de niños. Durante el recorrido paramos de vez en cuando para escuchar las explicaciones de la guía. La visita que en un principio nos habían dicho que era de una media hora ha durado casi el doble. Nos vamos.

Unos de los lugares de restauración más antiguos de Barcelona es el restaurante «els Cuatre Gats» (http://4gats.com) y es típico. Mon no había estado con anterioridad y antes de ir a probar las delicias de sus platos pasamos a buscar a Agus y Conchita. La comida y, sobre todo la compañía, fantástica. Un lugar que tiene su especial encanto.

Salimos a pasear los cuatro (sin ser gatos) y nos vamos a ver algo que, en mis casi veinte y siete años de residencia, ni siquiera tenía constancia de su existencia hasta hace unos pocos meses atrás: el templo de Augusto, o si lo preferís, lo que queda de él (http://museuhistoria.bcn.cat/ca/node/4).

Ubicado dentro de un edificio, uno no se espera que unas columnas de más de dos mil años estén dentro de un patio, por suerte cubierto, a finales del siglo XIX las obras de construcción del «Centre d’Escursionistes de Catalunya» pusieron al descubierto esta parte de la historia que hoy en día podemos apreciar de forma gratuita. Es algo raro pero existe. Hay tres columnas que se encontraron en esta ubicación y una cuarta que inicialmente estaba expuesta en la plaza del Rei y que posteriormente se adjuntó a las tres existentes.

Que decir… verlo para creerlo.

El resto de la tarde paseando por el barrio gótico y tomando unos cafés en un irlandés, buena charla y buena compañía, sobre las 20:o0h les acompañamos a casa y nos retiramos. Otro domingo que se nos va pero nos queda dentro más conocimiento, hasta la próxima.

2015_Colònia Güell

enero 18, 2015

En este lugar Mon iba con el cole cuando era niña, yo lógicamente no, pero de adulta no había vuelto a ir y como yo tenía ganas de visitarlo, esta semana hicimos una reserva para la visita guiada. El programa consistía en visitar en primer lugar la colonia y después la cripta (http://www.gaudicoloniaguell.org)

Cómo de costumbre y a pesar de levantarnos a una hora decente, logramos llegar tan justos que no esperamos ni siquiera 1min así que empezamos.

Nuria, la guía, empieza a contarnos un poco la historia de las fábricas que inicialmente estaban ubicadas dentro de la ciudad de Barcelona, hacia finales del siglo XIX los crecientes conflictos sociales debidos a la explotación de los trabajadores y a los constantes alborotos hicieron tomar la decisión al Eusebi Güell de iniciar un nuevo marco de industria fundado en una colonia donde la mayoría de sus trabajadores pudiesen tener un entorno favorable, viviendo al lado de la fábrica constituyendo así un verdadero y propio núcleo urbano tutelado por la empresa.

En Cataluña existieron unas cien colonias industriales pero ninguna de ellas incluían mejoras sociales así cómo equipamientos culturales y religiosos. Muchos edificios construidos por arquitectos modernistas están hoy en día en perfectas condiciones gracias también a las reformas correspondientes, el más emblemático es sin lugar a dudas la Cripta de Antoni Gaudí.

Somos un grupo bastante numeroso, raro por ser enero, claro está que a parte un par de familias, el resto son del imserso. Al final de una calle en subida llegamos a lo que, hasta hace tan solo unos años, era la escuela, un edificio dividido en dos, la propia escuela y la casa del maestro, recuerda vagamente a la peli de Harry Potter. No se puede entrar, nos cuenta que por dentro está apuntalada, el ayuntamiento no dispone de recursos para reformarla y poderla visitar, una pena.

Volvemos a bajar y llegamos a Ca l’Espinal donde residía el administrador de la Colonia, es el edificio de mayor calidad construido aquí. La suerte es que trás las explicaciones, todo el mundo se va mientras yo me quedo tranquilamente a hacer fotos.

Seguimos andando y vemos unos tras otros todos aquellos edificios que en su momento tenían su importancia: el Ateneu Unió con bar, biblioteca y lugar de ensayo del coro, el Teatro Fontova, la casa del Médico que a la vez era una farmacia, la Cooperativa donde los trabajadores podían comprar cada semana lo que necesitaban y finalmente el Convento de las Monjas Carmelitas traídas expresamente para cuidar de los enfermos, de los nacimientos y de los niños.

Eusebi Güell era un hombre que pensaba en todo, siempre en beneficio de la fábrica pero ayudando a sus trabajadores, a los que destacaban les pagaba una educación especial para que pudiesen progresar en sus rangos. Las casa eran consideradas grandes, unos 60m² con jardín y patio interior, todo un lujo para la época.

La fábrica era textil, en ella trabajaba toda una familia, los hombres tenían los trabajos más duros, las mujeres en los telares y los niños llevando cosas de un lado para otro. A principio de la Guerra Civil la fábrica fue colectivizada y gestionada por los trabajadores, cuando se acabó el conflicto fue devuelta a la familia Güell que finalmente en 1945 la vendió a la familia Bertrand Serra. Las casas fueron adquiridas a unos precios simbólicos por las mismas familias que residían y pasaron a ser propiedad de ellas. En la actualidad siguen siendo casas particulares donde viven gente.

Llegamos ahora a una enorme masía: Ca l’Ordal, aquí vivían tres familias de agricultores que cultivaban los campos, tarea importantísima para el auto-abastecimiento de la colonia entera. Curioso ver en el jardín una cantidad impresionante de cactus que han sido plantados por los actuales propietarios.

La área de los edificios de la colonia no es más de medio kilómetro así que las distancias son cortas, ahora podemos apreciar, ese sí, a lo lejos, tanto  Can Soler de la Torre, antigua masa del siglo XVII utilizada por la familia Güell cómo residencia y más atrás la chimenea de la fábrica de unos 45m que no es en absoluto la más alta de la época.

Acabada la primera parte de la visita, nos dirigimos ahora a la Cripta. Una vez allí nos sentamos todos fuera y escuchamos su historia.

Eusebi Güell encargó a su amigo Antoni Gaudí la construcción de una iglesia, a la vez le dijo que hiciera lo que quisiera y que no se preocupara ni del presupuesto ni del plazo de acabamiento de las obras. Éstas empezaron en el año 1908, el proyecto era de una iglesia con dos naves, una inferior, la que podemos apreciar hoy en día y una superior, nunca construida, la razón es porque tras la muerte de Eusebi, en el año 1914 sus hijos decidieron invertir los recursos económicos a modernizar la fábrica aparcando de forma definitiva la construcción de la nave superior.

La Cripta fue acabada por otro arquitecto que se encargó de ponerle un techo, a sufrido un par de modificaciones hasta casi la actualidad donde en su parte exterior se ve claramente lo que era de la época y lo que se ha construido recientemente. desde el año 2005 forma parte de la UNESCO.

Finalmente entramos. Lo primero que veo es la claridad de la luz que entra a través de las ventanas que son ni más ni menos vidrios de flores de colores, una vez sentados podemos apreciar cómo una de ella, una vez abierta, se parece cantidad a una mariposa. Nuria me pide ayuda para explicar con una maqueta invertida una de las técnicas utilizadas por el que sin duda alguna ha sido un genio de la construcción.

Las explicaciones siguen, el espíritu integrador de todos los materiales utilizados tanto en su interior cómo en el exterior, las columnas que están torcidas, soluciones originales que permiten encontrar el justo equilibrio entre lo visualmente bonito y lo determinante para el sustento de la estructura, sin lugar a dudas esta «simple» Cripta ha sido el ensayo general para aplicar estas técnicas en lo que es al culminación de todas las obras de Gaudí: la Sagrada Familia.

Han sido dos horas que nos han parecido cortas, no sabría cómo definir las sensaciones que uno prueba estando en este lugar de encanto, Nuria se despide y desaparece, el resto nos quedamos observando cada detalle y siguiendo disfrutando.

Bajo mi punto de vista, una visita imprescindible y ahora a preparar la siguiente, me estoy aficionando a esto de hacer de turista aquí…

2015_Born CC

enero 11, 2015

El primero a recomendarnos esta visita fue Xavi, la hemos ido posponiendo simplemente porqué, para efectuarla guiada, había que pedir previamente la disponibilidad por e-mail o por teléfono, finalmente esta semana he mandado la solicitud, la respuesta recibida el día siguiente ha sido afirmativa.

El sábado noche planificamos el día siguiente, decidimos ir a comer a la Barceloneta, una vuelta al teleférico del puerto y finalmente la visita a el Born Centre Cultural (http://elborncentrecultural.bcn.cat/es/portada).

Dicho y hecho… Una vez llegados al paseo de Colon entramos en el parking del Moll de la Fusta, un breve paseo y nos metemos en el Santa Marta, el local de un amigo, donde comemos sentados en el interior cerca de la puerta, hace calor, me quedo en camiseta, este invierno no tiene pinta de arrancar. Una vez fuera nos dirigimos a la torre de San Sebastian donde tras una breve cola, adquirimos las entradas y subimos por el ascensor. Una vez arriba tenemos que esperar todavía unos veinte minutos, el tiempo pasa, tic tac, Mon empieza a dudar que podamos llegar a tiempo a la visita, yo le digo que justo pero llegaremos.

Este teleférico fue construido en ocasión de la exposición universal del 1929 y une la playa de la Barceloneta con el mirador de Miramar en la montaña de Montjuïc. El recorrido dura aproximadamente unos 10min, pasa por una torre intermedia ubicada en el medio del puerto, alcanza una altura de unos 70m y desde arriba se pueden apreciar buenas vistas tanto del puerto cómo de una parte de la ciudad. A parte una pareja de españoles, el resto todos guiris obviamente.

Esta era, como diría, la prueba del nueve para vencer del todo el miedo a las alturas de Mon. Prueba superada con creces, bravo !!!

Al llegar, bajamos y nos metemos de inmediato a la cola para regresar, no hay tiempo para más.

Desde allí hasta el Born CC digamos que hemos andado rápidos, pero lo suficiente cómo para llegar 8min antes de la visita, en la reserva ponía que había que llegar 10min antes. Afortunadamente tampoco había tanta gente, de hecho una familia y nosotros.

Para empezar hay que situarnos, estamos dentro de lo que era un mercado cubierto con la diferencia que ahora es completamente diáfano, la estructura es de hierro y vidrio, la luz exterior del día va desapareciendo y, poco a poco se empieza a apreciar la iluminación artificial interior. Debajo hay las ruinas de las calles y los edificios del siglo XVIII.

llega la guía, empezamos la visita, bajamos, tras una introducción general nos informa de que todo lo que se ha podido averiguar de este lugar está totalmente comprobado por medio de documentación fehaciente en mano del ayuntamiento, después de una larga investigación y que finalmente se ha podido descubrir quien eran los propietarios de los diferentes edificios, que actividad había en cada casa, almacén, taller, que tipo de personas vivían en ella y un largo etcétera que nos va explicando poco a poco.

Al parecer en aquel siglo Barcelona y más concretamente esta zona era muy prospera, punto de llegada de mercaderías desde las Américas con destino Europa permitía a los habitantes poder vivir con un estatus muy por encima de otras ciudades, habían casinos, la gente vestía más al estilo europeo que al propiamente español, bebían chocolate, aguardiente, en definitiva vivían bien.

Sobre el tema del aguardiente, hay que mencionar que unos holandeses, famosos comerciantes, compraron en este barrio un edificio donde ubicaron una fábrica dedicada exclusivamente a la exportación de este producto, posteriormente la tuvieron que trasladar fuera de Barcelona debido al incremento de la demanda.

El tiempo va pasando sin que casi nos demos cuenta, dejamos atrás el recorrido inferior, así cómo la humedad que hay allí y entramos a la exposición permanente. Un muy buen número de objetos que, junto con las explicaciones muy bien dadas, nos hace la idea exacta de cómo era la vida en aquel entonces. la parte histórica que habla de la guerra ha sido simplemente una pincelada, básicamente son los hechos que indudablemente han producido el derribo de esta parte de la ciudad para permitir la construcción de la Fortaleza de la Ciudadella, que a su vez, una vez destruida, ha permitido la construcción del parque que en la actualidad persiste y posteriormente del Mercado del Born.

Éste, era básicamente un mercado de pescado, en aquel entonces el 40% de las ventas minoristas estaba en manos de el mercado de Sant Josep, más conocido cómo la Boquería y mirando más hacia esta zona el de Santa Caterina tenía más ventas. Así tras medio siglo de actividad, se convertió en el mercado central para mayoristas gracias a la buena ubicación, cerca del puerto, de la estación de França y del Nord y acceso desde el este de la ciudad.

Saludamos, salimos de la exposición permanente pero no del recinto, yo me había preparado a fondo documentándome en internet, nuestra última visita es al bar de Moritz donde pedimos, cómo no, una botella de 17.14 una particular cerveza que solamente se puede beber aquí y en la sede del fabricante. Se trata de una cerveza especial con jengibre, bergamota y cardamomo, buenísima, los grados: los del nombre… pedimos un par más para llevarnos a casa.

Interesante visita que deja un muy buen sabor de boca, la burra también, jeje, ahora a planificar otra ruta.

Hoy, día especial para los niños, hemos decidido seguir nuestro recorrido aprovechando el ultimo día de fiesta de estas navidades, el destino ha sido el Palau de la Música Catalana (https://www.palaumusica.cat/es).

Nos acompaña Alba, la sobrina de Mon que, cómo muchos otros adolescentes de hoy en día, no acostumbra pasar un día de fiesta dedicando una parte de su tiempo a este tipo de actividades.

previamente habíamos mirado los horarios de las visitas guiadas y optamos por la de las 13:30h en castellano, la en catalán era una hora antes, demasiado temprano teniendo en cuenta lo que teníamos que hacer con anterioridad.

Llegamos a las taquillas unos 15min antes, dos entradas generales y otra para estudiantes, una breve pausa sentados en la cafetería y entramos.

El grupo es reducido, nos volvemos a sentar en una sala ubicada debajo del escenario para ver un audiovisual de unos 15min donde conocemos un poco la historia y también algunos comentarios de las particulares sensaciones de varios artistas muy conocidos del mundo de la música y de la danza.

Las obras del Palau empezaron en 1905 y acabaron tres años más tarde, el proyecto fue una idea de el Orfeó Català, institución catalana impulsora de promover la música en general, que es al día de hoy, todavía la propietaria del edificio.

El encargado del proyecto fue el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, el edificio de claro estilo modernista, es algo único y ha entrado a formar parte del patrimonio mundial de la UNESCO en 1997.

Una vez visto el vídeo, Gonzalo, el guía, nos indica de subir a la primera planta, allí nos concentramos en la Sala Lluís Millet, lugar de descanso y encuentro. Salimos al balcón de doble columnas recubiertas de mosaicos de varios colores, Mon hace la graciosa detrás de una mientras yo voy tirando fotos.

Regresamos al interior y, tras una breve explicación entramos en la platea, nos indican que podemos sentarnos donde nos plazca, así lo hacemos. La sensación es de estar en un lugar único, todo lo que ven los ojos es digno de ser observado con atención, es muy extraño estar en el interior de un edificio pero a la vez tener la impresión de estar también fuera. La claridad es impresionante, la luz natural del sol entra suavemente mostrando detalles cómo colores, transparencias, figuras, flores, palmeras, frutos y me quedo corto.
Ubicado en el techo hay un increíble lucernario central que representa el sol, si mal no recuerdo está compuesto por 100kg de hierro y 900kg de vidrio de distintos colores.

Arriba del escenario un órgano, naturalmente alemán, cierra la parte final del palacio por encima del escenario. Gonzalo nos brinda a adivinar cuantas localidades hay pero, mientras empezamos a hacer un poco el recuento, nos pone unos 3min de sonido controlado por ordenador. Una vez acabada la música, subimos.

Desde arriba la visión es aún más bonita, mística diría, es cómo si todo cobrara vida, cómo si una voz dijera: hay que sentir esto con música. Seguramente es una experiencia que hay que vivir. Aquí vienen artistas de diferentes estilo de música, no solamente clásica, ya miraremos el programa de este recién estrenado año y, al igual que pudimos ver el gran concierto de año nuevo de Strauss en el Liceu, el siguiente podría ser aquí.

Al final nadie ha acertado con las localidades que son unas 2.100, Los asientos llevan una placa con nombre de mecenas y colaboradores que, a pesar de ello, si quieren ver un concierto, pagan cómo cualquier otro espectador.

Al acabar las explicaciones y el ruego de preguntas, nos dirigimos a la escalera para regresar a la entrada, unos tubos similares a los del órgano también con nombres de las personas y entidades colaboradoras que han hecho posible el restauro, nos acompañan hasta casi la planta baja.

Una visita que desde luego no debería faltar en cualquier recorrido turístico, de hecho una placa de Trip Advisor indica que es la atracción número 1.

2015_Montjuïc

enero 4, 2015

Después de pasar el duro mes de diciembre entre curro y comidas navideñas volvemos a salir por la Ciudad Condal, hoy hemos decidido ir a visitar la montaña de Montjuïc.

Salimos de la Ronda Litoral por el paseo de la Zona Franca, giramos a la derecha y, antes de llegar a la “zona olímpica” giramos otra vez a la derecha, pasamos el cementerio y, un poco más adelante reduzco para aparcar, justo allí oigo: ¿Pero a donde vas? a la que contesto: a aparcar. Entonces Mon me indica que todavía estamos cerca del cementerio y que debemos seguir subiendo, vale.

un poco más arriba encontramos aparcamiento y nos vamos a un mirador donde está a nuestros pies prácticamente casi la totalidad del puerto mercantil, el sol está alto y calienta pero no nos permite sacar aquellas fotos que merece la vista que alcanza también parte de el Baix Llobregat y Barcelona.

Seguimos andando hacia arriba pasando por un merendero hasta llegar a una muralla separada desde nuestra posición por un foso bastante grande, A lo lejos vemos un cañón.

A pesar de estar a principios de enero la temperatura es suave, al empezar a tener calor me quito la chaqueta. hay bastante gente paseando, corriendo, bicicletas y hasta un tío con caballo al trote. Pasamos al lado de una concentración de galgos, antes de llegar a la entrada del castillo hay también unas dianas para el tiro con arco a varias distancia. Vamos que esto está muy animado.

Unos veinte minutos han sido necesarios para sacarnos las entradas, la mayoría guiris, delante nuestro unas chicas francesas y detrás dos parejas rusas. Fuera de la fila oigo: que no voy a pagar diez euros para entrar, justo entonces veo el cartel con los precios, son 5,00€ por persona, creo que un precio razonable.

Justo antes de comprar los tickets, un español le pregunta al chico de la taquilla si es correcto que la entrada al castillo es gratuita todos los domingos, la respuesta es: a partir de las 15:00h. Es la una pasada y ni nos ocurre esperar dos horas así que pagamos y entramos.

pasamos el puente de acceso, de bajo se puede apreciar un césped muy bien cuidado, lastima que la sombra tampoco nos permite sacar unas bonitas fotos.

Este castillo ubicado en una zona estratégica que domina la ciudad y el mar, ha sido construido en 1640 y la reforma definitiva se empezó en el año 1753, terminándola en 1779.

Es típicamente un fortín militar simple y sencillo, lo más hermoso son las maravillosas vistas que desde cualquier punto que nos pongamos a observar, nos brinda. Es curioso cómo desde esta perspectiva, Barcelona es más parecida a una casba que a la ciudad que es en realidad con anchas calles y enormes y largas avenidas, la única que podemos apreciar claramente es la avenida Tarragona. En la parte superior los parques, a lo lejos las montañas. Una visión para mi totalmente nueva a pesar de vivir aquí desde hace casi tres décadas.

En el medio del patio de armas hay un globo donde se refleja la gente que me recuerda mucho el que hay instalado en otro parque en Chicago, fotos y nos vamos. Al salir y ver la parada del funicular pienso: lo cogemos, bajamos en la Barceloneta, comemos, subimos y nos vamos con el coche así nos ahorramos el parking. Bueno esa era la idea, la realidad ha sido otra…

Para empezar el trayecto ida y vuelta vale 11,50€ por persona y no baja hasta la Barceloneta, simplemente baja un tramo, gira 45º vuelve a bajar y te deja justo en frente a las piscinas. Pregunto a la chica para el otro funicular y me dice que hay que andar unos diez minutos en aquella dirección, grr. Total que al otro lado de la calle hay un restaurante, pues allí que vamos.

A la entrada hay un portero, entramos y hay una terraza tipo chillout, bajamos por la escalera, justo en este momento le digo a Mon: aquí nos van a clavar.

Una vez sentados podemos apreciar una vistas espectaculares, la comida genial, gambas de Palamós, arroz con bogavante y sorbetes de limón, la cuenta no tanto pero nos hemos ahorrado el parking… el nombre: el Xalet (www.gruptravi.com/xalet-montjuic/).

Vuelta atrás por el teleférico donde saco una foto muy divertida, regresamos por el camino de la mañana hasta cortar por el bosque para llegar al coche y, de paso, Mon recoge unas piñas para la chimenea.

En casa y a jugar a los dados, jiii.