2017_Santiago-Isla de Pascua, Día 8
noviembre 12, 2017
5:30h arriba, recogemos lo poco que hemos sacado de las maletas, desayuno escaso con lo que amablemente nos han preparado y a las 6:45h salimos para el aeropuerto. Siendo domingo prácticamente no hay nada de tráfico, en media hora llegamos.
Las calles estaban desiertas pero todo el mundo despierto está aquí metido… vamos para los mostradores de Latam vuelos domésticos pero nos informan que el vuelo a la Isla de Pascua tiene tratamiento internacional, pues allí que vamos. Check-in, control de pasaportes, un café y a esperar.
Hay WiFi gratis y potente, aprovecho y me pongo al día con el blog, texto y fotos, bien. Embarcamos.
El avión es de los grandes y nuevos, asientos espaciosos, luces leds, pantalla táctil, cargador, USB, perfecto, lo que más me ha alucinado es la ventanilla, ya no hay la cortina de plástico que se baja, ahora hay un botón que convierte el vidrio en un bonito color azul progresivo que oscurece.
El vuelo genial pasado entre lectura, descanso y una peli hasta la aproximación a la isla, el aeropuerto está ubicado cerca del único centro urbano de la isla, Hanga Roa y se extiende en la única explanada entre una costa y la otra. Aterrizaje ok.
Apertura de puertas, bajamos por las escaleras directamente a la pista donde, a pie, nos acercamos a la terminal, la más pequeña que he visto en mi vida, antes de entrar se forma una cola y no es para el control de los pasaportes, no que va, es para que todos los extranjeros se saquen el pase obligatorio para el Parque Nacional Rapa Nui, valido para visitar todas las zonas durante diez días.
Unos veinte minutos más tarde salimos y buscamos la persona que lleva mi nombre en el cartel, Mon lo ve primero, nos acercamos y nos cuelgan en el cuello dos collares de flores tal y cómo se ve en las películas de la Polinesia, divertido. Al rato subimos al taxi y nos vamos a la cabaña donde dormiremos durante nuestra «estadia» (estancia).
Nuestro programa preveía que hubiera tiempo suficiente para llegar, hacer el check-in, comer y finalmente hacer la primera actividad pero al retrasarse la salida del aeropuerto, el tiempo disponible se ha reducido a poco menos de una hora, justo para comer, pero necesario. Carolina, la chica de la cabaña, nos comenta que podemos comer tranquilamente, ellas nos acompaña en su coche a un restaurante y se encarga de llamar a la agencia para que nos recojan allí, fantástico. Dejamos las maletas en la cabaña, que bonita, pero no hay tiempo ni siquiera para verla con calma.
Sobre las 15:00h, Marcus nos recoge, parece mentira pero es sueco, casado con una Rapa Nuri, nombre de los nativos, subimos al Suzuki y salimos de Hanga Roa.
La actividad programada para esta tarde se llama: exploración subterránea.
En la isla la velocidad máxima permitida fuera de los núcleos habitados es de 60Km/h, al igual que pasa en muchas otras islas que he visitado, no todas las normas de circulación son respetadas, aquí la velocidad si, en menos de veinte minutos llegamos.
Antes de empezar la caminata, Marcus nos entrega, cascos, guantes y rodilleras, yo llevaba una linterna. En cada entrada del parque hay que enseñar el pase, lo hacemos y nos ponen un sello, entramos en el sector donde están ubicadas las cuevas.
Paseamos un poco por la montaña, no hay indicios de cuevas pero de repente, allí está la entrada de una pequeña donde empezamos a meternos, entramos y salimos sin problema. Marcus nos guía, nosotros detrás, es divertido.
Pasamos de una a otra hasta llegar a una enorme, su nombre es Ana Te Pahu, en la entrada hay varios plataneros, dentro es enorme, se calcula que aquí vivían alrededor de unas cien personas. Para poder dormir en un punto elevado y distante de la humedad del suelo, los nativos ponían piedras, luego pajas y sucesivamente mantas, también quedan piedras pequeñas posicionadas en circulo donde en su interior hacían fuegos.
En la siguiente entramos con muchas dificultad, la entrada es muy pequeña, estrecha y vertical, al final lo logramos. Una vez dentro y abajo la altura es impresionante, hay hasta dos niveles, paseamos, hay mucha agua en el suelo, transparente y limpia, que tranquilidad hay aquí. Finalmente salimos al exterior.
Marcus nos pregunta si lo estamos pasando bien, la verdad es que sí, por lo menos yo, Mon empieza a estar un poco cansada, nos queda una sola gruta, la más larga de todas y para recorrerla hay que pasar por puntos muy bajos, inundados y de difícil acceso, bueno la siguiente pregunta es: ¿queréis bajar a esta? Mon se raja, yo me apunto.
Marcus delante, yo atrás, bajamos. Seguimos bajando, nos ponemos de pie, caminamos, volvemos a bajar, nos agachamos, volvemos a ponernos en posición vertical, luego nos arrastramos en el suelo, en el agua y así no sé cuantas veces, ha habido un momento que me ha pasado por la cabeza de dejarlo pero finalmente llegamos al final de la cueva, las piernas y las manos empiezan a dolerme, no estoy acostumbrado a eso. Le pregunto si todo el mundo que ha venido ha llegado hasta aquí y él me contesta: la verdad es que contigo solamente lo he hecho con cuatro turistas, me siento orgulloso.
Tal y cómo suele ocurrir el recorrido de vuelta resulta más llevadero y corto que el de la ida, finalmente llegamos a la superficie, uff… cansado no, lo siguiente, sudado, mojado, pero orgulloso de haberlo hecho, acabo el agua de la mochila y nos vamos al coche.
Una vez llegados a Hanga Roa, le pedimos a Marcus que nos lleve a un super, amablemente acepta y espera que compremos para finalmente dejarnos en la cabaña.
Una buena ducha para recuperar fuerza y salimos a cenar, nos metemos en uno de los restaurantes ubicados en el paseo marítimo, si así se le puede llamar, el pescado naturalmente es el producto estrella, todo fresco, muy bien, cuenta y de regreso a la cabaña. Nos equivocamos en un desvío y, mira por donde, un poco más adelante nos cruzamos otra vez con Marcus que se para con su coche y nos pregunta ¿A dónde vais? Al contestarle que íbamos a la cabaña nos dice que subamos y que él nos acompaña ya que por ahí no es. En unos minutos ya llegábamos, nos despedimos.
Mañana tenemos el primero de los dos tours indispensables paras saber la historia de la isla y de los misteriosos moai.
noviembre 16, 2017 a las 6:09 PM
Woooow, mi super explorador polinesio.
Me pregunto como pasarías por esos sitios tan estrechos (kbron) con las orejas desplegadas.
Emocionante, felicidades, recuerda que estás de vacaciones.
Diviértete y cuida de Mon