2018_París, Día 3
mayo 2, 2018
El colchón de la cama es demasiado blando para nuestros cuerpos, no descansamos bien y encima esta mañana me he levantado con un pinchazo y casi no podía andar, menos mal que soy previsor y me he traído el gel antiinflamatorio y las pastillas. Poco a poco voy recuperando la movilidad, una vez preparado el desayuno, habernos duchados y vestidos salimos a la calle con muchas ganas de empezar el día, primer destino: “Le Viaduc des Arts” (http://www.leviaducdesarts.com/).
Prácticamente han convertido una antigua línea de metro abandonada en un paseo elevado de unos 4Km el cual cruza calles, edificios, combinando puentes, vegetación, flores, agua, murales y unas vistas diferentes sobre la ciudad y a sus edificios. Debajo, dentro de los arcos hay diferentes talleres de artistas que crean y vendes sus propias obras, nosotros nos limitamos a efectuar una parte del recorrido que nos acerca a «la Bastille».
Un paseo tranquilo y relajado en este día por fin soleado que nos ha ido genial como comienzo, lejos del bulicio de las zonas más abarrotadas de turistas, una actividad no tan conocida pero merecedora del tiempo dedicado.
Una vez llegados a «la Bastille», como no podía ser de otra forma, nos dirigimos al Dealer HD que lleva el mismo nombre, lo malo, no había absolutamente nada que nos ha llamado la atención así que salimos con las manos vacías y callejeando por el barrio “des Marais”, donde distintos locales ofrecen marisco fresco, llegamos de nuevo a la “Île de la Cité” cruzando el Sena por otro puente y poco a poco llegamos de nuevo a “Notre-Dame”.
Hoy hay muchísima menos gente que ayer, entramos en la catedral prácticamente sin cola, cogemos dos audio-guías y nos la recorremos toda. Al salir nos damos cuenta que falta tan solo una hora para que empiece el tour guiado programado para las 14:00h propongo comer algo rápido mientras Mon es partidaria de que nos vayamos acercando al punto de encuentro primero y que comamos algo por ahí, le digo que por aquí seguro que hay algo para comer rápido y cede. Cruzamos de nuevo el Sena y nos metemos en la misma calle donde comimos ayer para finalmente sentarnos en un buffet chino, a las 13:20h nos servían y ocho minutos después salíamos corriendo, ya habíamos pagado al hacer el pedido, buscando una boca de metro y entre que esa entrada no era de la línea que teníamos que coger, el desplazamiento a la entrada correcta, el transbordo a otra línea y el último tramo andando, hemos llegado 5min tarde, ni os cuento como tenía la cara Mon… la frase salida de su boca ha sido: no me vuelvas a hacer correr de esta forma nunca más porqué así me agobio y no puedo disfrutar. No le quito la razón pero ya se sabe, la vida del viajero tiene cosas buenas y otras no tanto.
La guía, una señora parisina entrada en años, nos entrega unos receptores de radio y unos cascos, iniciamos el tour, hoy visitaremos unas galerías secretas y entraremos en la Ópera Garnier.
La primera parada la efectuamos en el la plaza del Palacio Real donde residió el cardenal Richelieu que fue primer ministro Del rey Luis XIII. Las similitudes en la construcción en el centro de Paris son muchas, edificios bastantes parecidos, con los mismos acabados, mismas alturas, techos de pizarra y aquí podemos observar, al igual que ayer, que en esta plaza la ubicación de todo lo que hay en ella es completamente simetrica, diferentes hileras de árboles posicionados exactamente de la misma forma tanto en un lado cómo en el lado opuesto. Las fuentes, los bancos, las papeleras, hasta la sombra tiene el mismo dibujo debido al mismo corte de la vegetación, verlo para creerlo.
Abandonamos la plaza por una escalinata que dejamos atrás para meternos en la primera galería, quizás la más famosa de la época la “Galerie Vivienne” aquí todas las tiendas tienen la misma entrada de madera con grandes vidrios que dejan entrar la luz desde la bóveda acristalada que por cierto está en fase de rehabilitación. Nos cuenta la guía que esta sigue siendo un referente y que alberga boutique de moda, la única que tiene el suelo de mosaico.
Paris ha llegado a tener más de un centenar y tuvieron mucho éxito ya que las parisinas podían salir de compra sin la preocupación de la lluvia bastante presente en esta capital.
En la actualidad solamente quedan poco más de veinte.
Salimos de una y nos metemos en otra, cada una tiene un estilo diferente, con más glamour, con la bóveda más moderna, con restaurantes, en total visitamos tres de ellas. Si no hubiésemos hecho este tour seguramente ni siquiera las hubiésemos visto.
Poco a poco nos vamos acercando a la Ópera Garnier, después del, bajo mi punto de vista, inútil control de equipajes del tipo visto y no visto, entramos en este gran edificio de unos 6.000m2. Una vez dentro, una multitud de turistas aparecen y desaparecen desde todos los rincones, nosotros somos un grupo reducido de diez personas más la guía y nos resulta bastante cómodo poder seguir las explicaciones que empiezan por la entrada, siguiendo por la majestuosa escalera y los diferentes salones, hoy tenemos suerte al poder ver la sala con las luces encendidas, normalmente se encuentra a oscuras, personalmente opino que por ser el edificio tan grande el hecho de tener tan solo 2.000 asientos me resulta un poco extraño comparado con otras óperas visitadas anteriormente en otras ciudades.
El estilo de la decoración es bastante recargado con tanto color oro, lo que si me ha gustado y mucho es la escalera, en el lateral hay una barandilla, si así se puede llamar, de mármol de color verde en su base, proveniente de Noruega, de rojo en el medio, este es francés y blanco en la parte superior, en este caso argelino. Yo pienso: que raro ¿No hay nada que venga de Italia? Pues sí, hay unas estatuas también de mármol que llevan el amarillo de Siena, ya me quedo tranquilo.
Acabamos la visita, nos dejan veinte minutos libres, antes de salir compro un imán o mejor dicho una composición de pequeños imanes con imágenes en blanco y negro de diferentes construcciones de Paris. Una vez estemos todos fuera nos vamos a la Galerias Alfayette donde subimos a la azotea para observar el skyline de Paris y por supuesto su boveda interior esto ya en la planta baja.
Nos despedimos y seguimos a nuestro aire, primero nos tomamos un café sentados en una terraza, andamos hasta “La Madeleine” esta vez entramos, sigo pensando que es una iglesia tan atípica por fuera cómo por dentro, no merece ní una sola foto.
Nos metemos en el metro y llegamos a casa, dejamos las mochilas, salimos a comprar, hoy al Carrefour y a una frutería al lado de casa, cena acompañada con una botella de tinto, estamos agotados, hoy 13Km y 30 pisos subidos, a dormir pronto, mañana más.
mayo 19, 2018 a las 7:43 PM
Mi cara después de comer era el reflejo de mi estómago… estuvo a punto de salir lo que había entrado.